Una idea que se aleja de las imágenes de delgadez extrema y juventud sobre las que se asienta un sistema tan aspiracional como éste. "Ciertas características sociales que estaban vinculadas a la moda, como la elegancia, están desactualizadas. Lo que importa ahora son cuestiones como la autoestima, el sentirse bien y ser diferente. Empieza a valorarse la individualidad de las personas y no a la uniformidad que imponía la moda", explica Susana Saulquin, directora del posgrado en Sociología del Diseño en FADU/UBA.
Iris Apfel para DS3
El surgimiento de esta "nueva idea" se da en un contexto en el que la belleza clásica enferma: proliferan los casos de bulimia y anorexia, y cada vez son más las mujeres que se someten a cirugías plásticas bajo la presión de las imágenes de perfección que se reproducen por los medios. A pesar de que los casos de modelos que escapan a la norma de belleza imperante son aislados, generan repercusión justamente por resaltar lo que la industria de la moda se encargaba de excluir: la "imperfección".
También vemos a mujeres de mas de 60 años que están en la mira de las marcas, imponen su estilo y exaltan su belleza sin añorar la juventud. Iris Apfel, Linda Rodin y Carmen dell`Oreficei son las muevas musas. Ademas de ser un segmento de enorme potencial de consumo, es una señal de que algo esta cambiando.
Algunas empresas impulsan otro tipo de conceptos vinculados a la belleza. La marca Dove, de Unilever, comenzó hace un par de años a instalar las ideas de "belleza real" y "mujeres reales".
Hace unos días, la prensa inglesa difundió el caso de Madeline Stuart, una joven australiana de 18 años que tiene síndrome de Down y que encabeza una campaña para demostrar al mundo de la moda que una persona con discapacidad también puede ser bella. En esta cruzada por mostrar la "imperfección", se destaca la historia de la modelo canadiense Winnie Harlow, de 20 años, que padece vitiligo, una enfermedad que afecta a la pigmentación de la piel. Eso motivó que la marca Desigual la contratara. "Con su confianza y optimismo prueba que ser diferente no sólo es bello, sino que la hace especial y más atractiva", explicó la empresa.
Hace unos días, la prensa inglesa difundió el caso de Madeline Stuart, una joven australiana de 18 años que tiene síndrome de Down y que encabeza una campaña para demostrar al mundo de la moda que una persona con discapacidad también puede ser bella. En esta cruzada por mostrar la "imperfección", se destaca la historia de la modelo canadiense Winnie Harlow, de 20 años, que padece vitiligo, una enfermedad que afecta a la pigmentación de la piel. Eso motivó que la marca Desigual la contratara. "Con su confianza y optimismo prueba que ser diferente no sólo es bello, sino que la hace especial y más atractiva", explicó la empresa.
Fuente: La Nación
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