Tenemos miedo a ser asaltados, por supuesto. Pero también a que nos espíen, a la inflación desbordada o a la excesiva carga impositiva. A la violencia en el tránsito o a que choque el tren. Tememos a las comidas no saludables, a las enfermedades raras y a los gérmenes. Tenemos miedo al robo de datos personales, al acoso cibernético y a que nuestros hijos sean víctimas del bullying, las drogas o un nuevo Cromagnon.
En el último Monitoreo de la Opinión Pública de la consultora Management & Fit -publicado a fines de diciembre- la inseguridad permanece en la cima de las preocupaciones argentinas, mencionada por el 86,3% de los consultados. Pero más de la mitad de la muestra también mencionó a la inflación (65,2%) y el desempleo (50,2%). Le siguen, en orden de importancia, la corrupción, el acceso a la educación, el acceso a la salud y los conflictos gremiales.
Para romper con esta sensación, justamente, a fines de diciembre pasado el fundador de la Red Solidaria, Juan Carr, convocó a lo que llamó un "veredazo": un encuentro nocturno de vecinos de Vicente López en la vereda de sus casas que llamaba a recuperar esa costumbre de antaño. "El origen de esta propuesta es el hecho de sentir que cada vez nos encerramos más, por nuestro temor creciente a la violencia y a los robos repetidos", sostuvo Carr.
Algunos sugieren no perder de vista los recursos con los que contamos para hacer frente al miedo: los afectos, la inteligencia, la inventiva y hasta la prudencia, por mencionar algunos. También recomiendan la urgente recuperación del espacio público, no sólo como una estrategia válida para ahuyentar el delito, sino también -y sobre todo- como un eficaz tónico revitalizador de las relaciones sociales. Las amenazas pierden poder cuando crece el espacio compartido.
+info: http://www.lanacion.com.ar/1550937-miedos-argentinos-la-incertidumbre-nuestra-de-cada-dia
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