El marketing incorporó el resonador magnético: neuromarketing, para preguntar directamente al que toma las decisiones: el cerebro.
La polémica, en la ciencia y en el marketing, recién empieza.
Voluntarios prestan su cerebro a la investigación de mercado. En las pantallas se proyectan distintas imágenes y sonidos que funcionan como estímulos del cerebro expuesto a la mirada de los investigadores gracias al MRI (sigla que refiere a Magnetic Resonance Imaging ).
El resonador se enfoca especialmente en tres áreas cerebrales: la ínsula, el nucleus accumbens y el córtex prefrontal donde están detectadas las zonas de «obtener», «premio» y «dolor». El sistema lee emociones positivas (deseo, lujuria, expectativa, confianza, impacto, novedad, atención), negativas (peligro, rechazo, enojo, miedo) y de relevancia personal (valor, involucramiento, familiaridad), registra patrones y los analiza.
La ínsula es una pequeña región de corteza que se encuentra situada en la profundidad de la cisura de Silvio y ocupa menos del 2% de la superficie cortical total. Se encuentra implicada en un número sorprendentemente grande de funciones muy diferentes, que van desde la percepción de dolor y la producción del habla hasta el procesamiento de las emociones sociales. También se encuentra involucrada la conciencia emocional, la empatía y la percepción musical, entre otros.
El nucleus accumbens , que significa «núcleo que yace sobre el septem», es un grupo de neuronas del encéfalo y se le atribuye una función importante en la recompensa, la risa, el placer, la adicción y el miedo. Si es más grande que el dolor en la ínsula, el consumidor decidirá, por ejemplo, por comprar el producto.
Y, finalmente, la corteza prefrontal o córtex prefrontal, la parte anterior de los lóbulos frontales del cerebro, está involucrada en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social adecuado en cada momento.
+ info: http://www.lanacion.com.ar/1568042-el-cerebro-no-miente-la-revolucion-del-neuromarketing
Voluntarios prestan su cerebro a la investigación de mercado. En las pantallas se proyectan distintas imágenes y sonidos que funcionan como estímulos del cerebro expuesto a la mirada de los investigadores gracias al MRI (sigla que refiere a Magnetic Resonance Imaging ).
El resonador se enfoca especialmente en tres áreas cerebrales: la ínsula, el nucleus accumbens y el córtex prefrontal donde están detectadas las zonas de «obtener», «premio» y «dolor». El sistema lee emociones positivas (deseo, lujuria, expectativa, confianza, impacto, novedad, atención), negativas (peligro, rechazo, enojo, miedo) y de relevancia personal (valor, involucramiento, familiaridad), registra patrones y los analiza.
La ínsula es una pequeña región de corteza que se encuentra situada en la profundidad de la cisura de Silvio y ocupa menos del 2% de la superficie cortical total. Se encuentra implicada en un número sorprendentemente grande de funciones muy diferentes, que van desde la percepción de dolor y la producción del habla hasta el procesamiento de las emociones sociales. También se encuentra involucrada la conciencia emocional, la empatía y la percepción musical, entre otros.
El nucleus accumbens , que significa «núcleo que yace sobre el septem», es un grupo de neuronas del encéfalo y se le atribuye una función importante en la recompensa, la risa, el placer, la adicción y el miedo. Si es más grande que el dolor en la ínsula, el consumidor decidirá, por ejemplo, por comprar el producto.
Y, finalmente, la corteza prefrontal o córtex prefrontal, la parte anterior de los lóbulos frontales del cerebro, está involucrada en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social adecuado en cada momento.
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